Desde que el dadaista francés Marcel Duchamp presentó un urinario en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1917, cientos de obras que para la mayor parte del público resultan disparatadas, han sido presentadas en diversas locaciones, aunque probablemente sin llegar a los cuadros que actualmente se exponen en Salisbury
En esta caso no se trata de dadaistas franceses, sino de labradores ingleses, quienes lejos de proponer una crítica al fetichismo inscrito en la obra de arte -como en ese entonces lo hiciera Duchamp- tienen la única intención de rendirle un homenaje a las enseñanzas de su instructora, Mary Stadelbacher.
Esta entrenadora canina desarrolló la técnica como un modo para entrenar a sus perros en habilidades diversas a las tradicionales tareas encomendadas al mejor amigo del hombre como buscar el diario o traer de vuelta una pelota.
A la orden de Stadelbacher, Sammy -el animal más hábil en esta técnica- agarra con su boca un pincel y comienza a diseñar figuras sobre el lienzo y luego de desatar su creatividad mira nuevamente a su instructora a la espera de otro "Go Sammy!", para empezar nuevamente con el proceso.
Las pinturas caninas parecen haber tenido un gran éxito entre el público y su instructora las usó como tema para una serie de postales, una de las cuales fue adquirida por un precio de 350 dólares. |