Rod Baber se tomó muy en serio el consejo que toda esposa le hace a su marido: "llamame apenas llegues", con la única diferencia que este escalador británico se dirigía hacia el Everest, lo cual no le impidió llamarla y de paso establecer un récord mundial, ayudado por la instalación de una antena repetidora cerca de allí por parte de China.
Sin embargo, se trató prácticamente de un "hola y hasta luego" puesto que cada minuto de diálogo en los 8.848 metros de altura de esa cadena montañosa equivalen a un minuto sin oxígeno, una eternidad considerando la escasez de aire en ese punto de la tierra.
Una de las mayores curiosidades de esta proeza fue sin lugar a dudas el mantenimiento en funcionamiento de las baterías del celular, que resistieron a las despiadadas temperaturas del Everest gracias a que Baber las mantuvo atadas a su cuerpo durante la ascensión.
Y como no se puedo vivir sólo del amor, el primer llamado fue para su patrocinador, una reconocida compañía de telefonía móvil, que hizo posible la hazaña que, sumando costos de roaming internacional, traslados y equipo resulta bastante difícil de repetir.
La hazaña de Baber desmiente ulteriormente la mítica pero desgastada "falta de señal", acaso la única disculpa que la exactitud de la tecnología celular había dejado a los usuarios en busca de una "cana al aire" o simplemente de cortar a un interlocutor molesto. |