Jill Melvin fue separada en marzo de su puesto de trabajo de 8 mil libras esterlinas (15 mil dólares) al año en el consejo deliberante de Tory-Run. Desde entonces, el personal debió transitar, con su taza de té caliente en la mano, por puertas y escaleras cuando volvía de la máquina expendedora de bebidas. Además, algunos de los trabajadores se hirieron mientras se servían: uno se quemó la manó y otro se rompió la muñeca.
Entonces, los jefes de las oficinas del Consejo Deliberante de East Herts en Bishop's Stortford contrataron expertos para que les enseñen a sus empleados sobre salud y seguridad, pagando 200 libras esterlinas (US$ 375) diarias. A los 150 trabajadores se les preguntó acerca de cómo podrían reducir los accidentes y todos recomendaron que vuelva Jill Melvin a su cargo.
Jane Sharp, de la empresa Unison, afirmó que "contratar a los consultores fue una pérdida total del dinero de los contribuyentes. Los riesgos de transportar té son obvios. Nunca debieron despedir a Jill, ella era más que la encargada del té: organizaba conferencias, hacía buffets y ayudaba de muchas maneras".
Uno de los voceros del municipio argumentó "gastamos 200 libras en un día para reducir las probabilidades de un accidente. Podríamos haber ahorrado ese dinero y correr el riesgo de pagar fortunas si alguien se lastimaba". |