Robert Kincaid, de 84 años, se realizó un análisis de rutina por una caída, incluyendo una sesión de rayos X. Así fue como decubrió que durante 63 años llevó una bala alojada en su cuello. El proyectil estuvo allí desde 1940 cuando él era un soldado de 21 años tomando parte de la Segunda Guerra Mundial. Al parecer, durante la evacuación de Dunkirk el hombre recibió un tiro de tropas alemanas.
"Quedé estupefacto cuando el doctor me preguntó si yo sabía que tenía una bala en el cuello", dijo el anciano. Según explicó, esto no le produjo jamás ningún dolor. En su momento él pensó que la bala lo había atravesado ya que tenía otra herida que el tomó como "la de salida".
Kincaid aprobó con beneplácito la decisión de los médicos de dejar la bala donde está. "Estoy feliz de que no quieran quitarla a ver si me empieza a dar problemas luego de retirada". |